Desde hace siglos, el tatuaje y quienes se dedican esa actividad desarrollaron innumerables atributos estéticos y habilidades técnicas. Durante ese proceso, se convirtió en un vehículo que al mismo tiempo representa e influye las expresiones visuales de cada época y sociedad. Por estos motivos, elegimos transitar la vereda que considera al tatuaje como una manifestación artística y cultural. Ese es nuestro enfoque editorial.
En Tattoo Dixit no sólo se exhibirán las creaciones de tatuadores que representan distintos estilos y técnicas: también se intentará conocer sus procesos creativos, motivaciones y objetivos artísticos.
Será un abordaje inmediato, un registro directo. Evitaremos la adulación pretenciosa de las obras y los metadiscursos para sobredimensionar el alcance de cada tatuaje. Somos un canal a disposición de los protagonistas para que, desde sus propias palabras, compartan los elementos que componen su búsqueda artística. Sin intermediarios ni interpretaciones secundarias: el tatuaje hablando en primera persona. Tattoo Dixit.
Una historia de constante cambio
El tatuaje tiene miles de años de historia. Y desde que se instaló en Occidente a mediados del siglo XIX, no dejó de crecer en esta parte del mundo como expresión artística y como actividad profesional.
La divulgación de las creaciones y sus correspondientes instancias de diseño y ejecución contribuyó al reconocimiento de las virtudes creativas del tatuaje. Si bien los debates en torno a la valoración de esas cualidades perduran hasta hoy, atribuirle al tatuaje la categoría de arte suele contar con aceptación generalizada.
Pero a pesar de que cada tatuaje es para toda la vida, la historia demuestra que la relación con la opinión pública puede variar en cada sociedad y época.
Durante mucho tiempo, llevar tatuajes o ser tatuador no podía despegarse de la visión crítica del imaginario social dominante. Se percibía como algo marginal y peligroso, por fuera de las buenas costumbres de la sociedad. Una estigmatización basada en el prejuicio y el desconocimiento, lo cual muchas veces derivaba en condena social y discriminación.
Esa visión negativa asociaba al tattoo con un submundo repleto de convictos y lugares de dudosas condiciones higiénicas. O determinaba que sólo era para personas que por algún motivo deseaban manifestar su rebeldía y rechazo a las normas establecidas y las buenas costumbres.
Actualmente, y en algunas sociedades con mayor alcance que en otras, se da un proceso de (lenta) legitimación del tatuaje. Ya sea como manifestación artística o vehículo de expresión personal, nunca antes el tatuaje se había convertido con tanta fuerza en un fenómeno social de alcance masivo.
La mediatización a través de reality shows o la identificación con referentes de la farándula (estrellas del cine y TV, músicos, futbolistas), alimenta esta percepción. Esta visibilidad mediática se apoya también en el universo visual del marketing y la publicidad, en el que proliferan cada vez más acciones que incluyen modelos tatuados, posicionando al tatuaje como icono o accesorio “de moda”.
Pero esta frivolización es sólo una dimensión (superficial) del tatuaje como fenómeno cultural. Aquí proponemos pinchar más profundo y conocer las historias que se escriben (y se tatúan) con tinta, pero principalmente con autenticidad. Ese es el elemento que perdura en los tatuadores de raza.
Puede haber hitos positivos y negativos (como en cualquier actividad o rubro), mayor o menor aceptación a nivel social, nuevas tendencias, más o menos competencia, etc. Pero lo que no se negocia es la dedicación y profesionalismo del verdadero tatuador artístico. Para él (o ella), apoyarse en una trayectoria o sentir el reconocimiento no significa aferrarse al pasado. Por el contrario, es esa fidelidad hacia su estilo de trabajo la que alimenta una búsqueda creativa permanente.
Elegir el camino
La realidad es que hoy cada vez más gente se tatúa. El crecimiento explosivo de la oferta y la demanda pone en juego la relación de fuerzas entre el mercado y calidad artística, con clientes y tatuadores que eligen un camino o el otro.
Las redes sociales son fuentes de consulta que garantizan acceso inmediato a las obras y los perfiles de tatuadores de todo el mundo. Con el criterio adecuado, esta divulgación masiva debería favorecer el conocimiento acerca de estilos, técnicas y capacidades que intervienen en la creación de un tatuaje. Una inmejorable oportunidad para educar tanto a quienes se tatúan como a los que trabajan en la industria.