Los tatuajes de Martín Aguaisol se destacan por la contundencia de un estilo negro y gris con imágenes simples, por lo general con un marcado claroscuro. La mayoría de esas creaciones se realizan en Deep Tattoo Studio, el proyecto propio que inauguró en Rosario en 2012.
“Me gustan las piezas grandes, con fondos negros para generar atmósferas y buenos contrastes”, asegura Martín. “Siempre busco que el tatuaje combine impacto visual y sutileza. Trato de ser lo más sencillo posible y no me excedo con detalles innecesarios”.

Esas características dan forma al estilo propio que lo representa como creador. Tatúa hace más de quince años y cuenta con una identidad definida, reconocible en todas sus obras.
Motivación y fuente de vida
Al revisar esa trayectoria, Martín subraya que está “muy agradecido con el tattoo. Me sacó del barrio y me proveyó sustento y motivación cuando a mi alrededor no había muchas posibilidades”.
Así recuerda un hito decisivo cuando tenía 16 años: “Cobré mi primer tatuaje (5 pesos), y con eso compré una rueda usada para mi bicicleta. Desde ese momento entendí que me iba a ganar la vida tatuando”.
Ese repaso activa en Martín un análisis sobre la masificación que alcanzó el tatuaje actualmente en comparación con sus comienzos.
Haciendo foco en los reality shows, advierte: “Suelen generar confusión. Si Ink Master les dice a los espectadores que una persona es un lienzo, están informando mal. Es mucho más que eso”.
Ese contexto genera un exceso de información que genera la necesidad de fortalecer el vínculo de confianza con el cliente, base fundamental para crear un buen tatuaje: “Nuestra responsabilidad como tatuadores es educar. Hay que saber escucharlo para entender qué quiere y decirle qué puede funcionar y qué no desde un punto de vista profesional. Se trata de un proceso conjunto, por eso es clave que esté abierto a esas sugerencias”.
Crear sin limitaciones
Las manifestaciones artísticas de Martín no se restringen al tatuaje. Hace un tiempo que elige canales alternativos como el dibujo, la pintura, la fotografía y el collage, ya que entiende que trabajar en función de un cliente condiciona la producción creativa.
“Quería expresar cosas mías, que no dependan ni se relacionen con la idea de otra persona, y decidí tomarme esa libertad para crear sin limitaciones”. Por ese motivo, además de pinchar en Deep Tattoo, se hace tiempo para abordar esas inquietudes en su taller personal.
Acerca de esa versatilidad de manifestaciones, Martín aclara cómo logra una convivencia productiva entre ellas: “Cuando tatúo pienso como tatuador, si dibujo pienso como dibujante y si saco fotos trato de pensar como fotógrafo”.
La imagen artística que se construye por medio de esta(s) obra(s), mantiene puntos en común con sus tatuajes. “No es ‘otro arte’. Todo está relacionado en algún punto, partiendo de que trabajo con imágenes. Incluso a veces utilizo mis propias fotografías para tatuar”.
“Todo nace con preguntas que me hago a mí mismo. Por eso mi producción habla de alguien que quiere saber quién es ante el amor, el deseo o la muerte. Y también ante todas esas cosas en las que existe el miedo. Algo que necesitamos para sentirnos vivos”, enumera.
Los elementos que lo inspiran provienen del cine y la música, además de referentes de la fotografía, la pintura y, por supuesto, el tatuaje. Pero quizás el principal motor creativo sea la curiosidad: “Quiero descubrir cosas nuevas en diferentes lenguajes. La exploración técnica me permite conocerme y ampliar constantemente mi campo creativo”.
Así trabaja y crea Martín Aguaisol. Porque la búsqueda artística puede ayudar a cambiar la rueda de una bicicleta o a probar distintos soportes, pero su aporte diferencial es canalizar preguntas y ensayar respuestas sobre los temas que movilizan nuestras vidas.