En 2015, el tatuador ruso Herman IX emprendió un viaje de dos meses, siguiendo la ruta del tren Transiberiano.
El objetivo era documentar la actualidad del tattoo y sus protagonistas en quince ciudades, desde el punto más occidental del país (Kaliningrado) hasta el otro extremo (Vladivostok).
Lo acompañó el realizador audiovisual Stepan Vetoshnikov, a cargo de registrar las entrevistas y el trabajo que Herman XI fue desarrollando en cada ciudad.
El resultado es una serie de testimonios cortos que abordan tantas temáticas como ciudades visitadas: la diferencia de estilos entre ciudades, las motivaciones de los artistas, la influencia de las redes sociales y las opiniones acerca de la popularización del tatuaje en Rusia, entre otras.
Incluye una reivindicación romántica de los históricamente denostados tatuajes criminales, en su mayoría hechos en prisión. Se valora su rol en el fortalecimiento de la identidad del tatuaje ruso, que aún es joven en el mercado global. Para posicionarlo, contar con un estilo propio resulta un atributo fundamental.
Entre las visiones y paisajes de la Rusia profunda, se aprecia el tattoo integrado a la vida cotidiana de los escenarios urbanos y semiurbanos.
Cada ciudad (como en cada época de la historia de la humanidad), refleja esa danza de poder, ese juego de estrategia entre la determinación de lo viejo y la inevitabilidad de lo nuevo. La convivencia es posible.