La intensidad y los elementos presentes en las creaciones de Penny Lind generan una atmósfera inquietante. Negros contundentes y figuras desafiantes para conformar una galería que sorprende por la variedad de sus propuestas.

Esta elección de temas y estilos tiene una explicación: “Me gusta la oscuridad. Dentro de mí vive una oscuridad que necesito sacar hacia afuera y mis tatuajes representan sensaciones relacionadas con ella. Por eso me atraen los temas oscuros”.
Buscando un estilo
Actualmente, su proceso creativo va creciendo al calor del ajuste constante entre las motivaciones personales y los nuevos conocimientos. Por eso considera que su estilo está recorriendo caminos de prueba hasta dar forma a una identidad que la represente: “No sé si puedo definir mi estilo porque todavía estoy atravesando una etapa de búsqueda para encontrarlo y encontrarme”.
Esta situación hace que en las piezas de Penny se identifiquen distintos estilos. En sus trabajos se ve desde Blackwork hasta Puntillismo, algo de Black & Grey, e incluso un poco de color.
Penny lo explica así: “No me fijo ni me preocupa tanto el estilo a utilizar. Trato de aprender y utilizar la cantidad de estilos que sean necesarios, tomar distintos aspectos de cada uno y aplicarlos a mi trabajo”.
La variedad de estilos quizás no sólo tenga que ver con su búsqueda sino también con el espíritu nómade que le imprime a ese proceso. Penny aprendió a tatuar en Copenhague, luego estuvo en Berlín, pasó un tiempo en Santiago de Chile, visitó la Argentina y actualmente está tatuando en Malmö, Suecia. Y se vienen más ciudades.
Ese perfil internacional le permite asegurar que “se siente increíble saber que alguien en una parte del mundo lleva tu arte en su piel”.
La vida tattoo
Mientras trabaja para definir su estilo, Penny tiene en claro que el tatuaje es el camino que eligió para su vida, ya sea en Dinamarca o cualquier otro país.
“Siempre me interesó el arte y las formas alternativas de vivir. Hasta que llegué al punto en que sentí que no necesitaba hacer lo mismo que todo el mundo. Ni responder a expectativas tradicionales o convenciones”.
Esa necesidad de explorar vías alternativas la llevó a buscar su camino. “Tenía que enfocarme en mi propio sueño. Y el tatuaje era el canal para hacerlo”.
El momento clave fue cuando “un amigo tatuador me dejó probar su máquina en mi hermano. Y en ese momento me di cuenta de que era lo que quería hacer toda mi vida”.
A partir de entonces, el sueño de Penny Lind se puso en marcha. Hoy lleva su mundo de oscuridad por distintas ciudades de mundo, pero no deja de pensar en cómo le gustaría ver su futuro: “Quiero que la gente vea mi arte y venga a mí porque lo siente y le gusta”.