Alto Escracho. Difícil imaginar un nombre más argento para un espacio de tatuajes. Pero Tulio Navia, su fundador, es un colombiano de Cali que encontró en Buenos Aires el hogar de su vida tattoo.

Tulio Navia

“Nació como una sátira de lo urbano, del arte en Argentina”, recuerda Tulio. “Si bien mi etapa de aprendizaje transcurrió en Colombia, Venezuela y Brasil, mi desarrollo y consolidación como artista se dio en Buenos Aires”. Y en esta ciudad sigue trabajando y creciendo como una de las fuerzas creativas detrás de Homeless Tattoo Club.

Alto Escracho surgió medio en broma durante una convención para denominar el stand que compartía con unos amigos, pero finalmente perduró como identidad de su espacio creativo.

Estilo contundente

A pesar del origen jocoso, los trabajos de Tulio son cosa seria. Impactan desde el tamaño, los colores y la elocuencia de su poder de síntesis. Por lo general no muestran escenas narrativas, pero nunca parecen estáticos.

“Hago piezas protagónicas, de dimensiones que permitan identificar la imagen, que se vean bien pulenta. Elijo lo estético por sobre lo narrativo. Que haya un personaje principal o una síntesis de algo más grande. Pero que sea contundente”.

 

Esas creaciones representan lo que fue logrando a partir de la experiencia y el conocimiento que incorporó de grandes maestros, como Ed Perdomo y Alexander Arias. “Empecé haciendo New School definido, pero lo fui mutando. Hoy se podría clasificar como una especie de cómic realista”.

Siempre en movimiento

A pesar de la evolución que demuestra trabajo a trabajo, y la consolidación de una reconocible identidad como tatuador, Tulio permanece abierto a seguir expandiendo la definición de su estilo.

Su carrera empezó en el año 2000, pero Tulio asegura que está lejos de darse por satisfecho con sus logros cotidianos. “El motor de esos cambios es la inconformidad. Pero me siento bien con eso porque es una búsqueda que me permite avanzar y no estancarme”.

 

Habla con gestos armoniosos y palabras serenas que contrastan con lo que describe: una voracidad inquieta a la hora de innovar e incorporar conocimiento. “Desde que vivo del tatuaje no dejo de investigar, tatuarme y aprender de la gente que me tatúa”. Cada una de esas instancias lo nutre de conocimientos o enfoques que sirven para probar diferentes caminos creativos.

Ese movimiento constante genera una energía en crecimiento, reflejada en la vitalidad que explota desde sus trabajos y sostiene la idea que tiene sobre el tatuaje: “Es pasión, emoción. La posibilidad de plasmar algo visualmente es vida”.

Tulio también transmite ese concepto a sus clientes cuando empieza a trabajar en un diseño, con el fin de generar un proceso enriquecedor. “Es como trabajar con letra y música, algo que se hace de a dos. Intento respetar el concepto y aporto una idea estética. Por eso es importante tomarse el tiempo para ver qué quieren representar, transmitir o expresar”.

 

Así crea y trabaja Tulio. En cada tatuaje experimenta, crece y se supera con el mismo espíritu explorador que lo llevó por distintos países.

Encuentra y supera desafíos para redefinir las fronteras que impone un estilo. Pero mantiene ese denominador común que es el veredicto ante cada pieza terminada: “Alto Escracho”.