Existe cierta representación romántica de los tatuadores de amplia trayectoria como personajes ermitaños, alojados en las oscuras catacumbas de un estudio de locación desconocida que sólo revelan a un selecto círculo íntimo. Viven para sus obras mientras cuidan celosamente los secretos del proceso creativo para no ceder el control del trabajo que desarrollan. Así repelen la contaminación que representan los factores externos y evitan filtraciones no deseadas de su talento.
Pero si nos asomamos a Coretta Familia, el estudio privado que con amor crearon Salomé Sajnin y Hernán Coretta (ambos con más de dos décadas en el tattoo y más tiempo aún como pareja), esa imagen se disipa inmediatamente.

Una recepción repleta de bodysuits, diseños, pinturas, sillas de ornamentación exótica, máscaras y premios, da la bienvenida a quien visita este refugio. Pero lo más distintivo de Coretta Familia se percibe allí donde ocurre la magia: el espacio reservado para tatuar irradia la calidez humana que tanto Salomé como Hernán agregan a su calidad artística.
Este ámbito, valorado por los clientes de siempre, no se materializó de manera espontánea ni surgió de casualidad. Es el resultado de un recorrido de crecimiento conjunto, tanto en la vida personal como en el mundo del tatuaje profesional.
Hasta hace unos años, cada uno trabajaba en su propio local (el de Salomé era Calavera No Chilla y el de Hernán se llamaba Coretta Tattoo Shop). Si bien los territorios profesionales estaban separados, los viajes familiares -que siempre tenían algo de trabajo-, generaban un contexto ideal para compartir la pasión por el tattoo y dedicar tiempo al dibujo, la pintura y el intercambio de ideas y opiniones acerca de su arte.


Para dar continuidad a esos momentos (entre otros motivos), decidieron enfocar su dedicación cotidiana hacia un mismo ámbito de creatividad y desarrollo artístico. Así nació Coretta Familia. Esta es la historia de ese proceso protagonizado por Salomé y Hernán.
Salomé Sajnin: arte y compromiso
En las creaciones de Salomé Sajnin se reconoce un estilo que coquetea con el Tradicional Americano y el Japonés. “Me gusta el aspecto más clásico del tattoo. Trabajo esos estilos, pero siempre aportándoles mi impronta, que va más por el lado tradicional, pero sin que sea demasiado crudo”, detalla.
Esa historia en el tattoo empezó hace unos veinte años: “Era muy distinto a lo que se vive hoy. Fue ingresar a un mundo que me gustaba, pero al mismo tiempo me llamaba la atención que no hubiera mujeres tatuadoras”.
Desde entonces hubo muchos cambios tanto en el mundo del tattoo como en la carrera de Salomé. “En ese momento no pensaba dedicarme a un estilo en particular. Hacía de todo para aprender y desarrollar mis habilidades. Pero una vez que elegí mi camino, con el tiempo fui desarrollando una mano que busco plasmar en mis obras”.


Hoy, con una identidad creativa ya definida y reconocible, no deja de sorprenderse por la repercusión de sus trabajos, que no se restringen al tattoo. Con formación en Bellas Artes, Salomé también pinta y dibuja. Además de organizar y participar de distintas exhibiciones, en abril de 2019 editó el libro Bendita tú Eres, que incluye varias de sus obras en formato de postal.
“Suelo hacer pinturas y diseños que originalmente no nacieron para el tattoo. Pero cuando alguien se los quiere tatuar, es un reconocimiento al estilo que fui desarrollando con el tiempo. No sólo es gratificante, sino que además me permite pensarlos desde otra perspectiva”.
Casi dos décadas pasaron desde que Salomé empezó a tatuar. En ese lapso, y mientras abría su camino desarrollando un estilo propio, sin darse cuenta estaba protagonizando uno de los cambios más importantes que se dio en el tattoo en los últimos años: la proliferación de mujeres tatuadoras.


Este momento de afianzamiento referentes femeninos del tatuaje a partir de las capacidades y el talento reflejado en sus trabajos motivó a Salomé para dar forma a un nuevo proyecto: Ladies Night Tattoo Flash. Esta iniciativa, que reúne a cinco tatuadoras de distintos estilos para tatuar en el mismo ámbito ya se realizó en dos oportunidades (2017 y 2019).
“Surgió por las ganas de hacer algo creativo y artístico con amigas y colegas que comparten la pasión por el tatuaje. Se da en el marco de la visibilidad que hoy tiene la lucha por los derechos de la mujer y la igualdad de género. En otra época habría sido imposible concretarlo”. Si bien ambas ediciones de Ladies Night se organizaron en modalidad de flash day, “la idea es seguir creciendo y organizar otro tipo de formatos, para que llegue a más gente”.


Hernán Coretta: “Siempre hay que ir un poco más allá”
Con más de 25 años de trayectoria, Hernán Coretta es uno de los referentes del tatuaje en Argentina. Hoy su estilo se arraiga en el Japonés Tradicional, ámbito en el cual sigue buscando desafíos. “Después de pasar por todas las instancias de aprendizaje que van dando forma a tu técnica, hace unos doce años encontré mi lugar en el tatuaje. Y hoy trabajo para seguir creciendo por ese camino, desarrollando ideas y proyectos que vayan siempre un poco más allá”.
El punto de quiebre en la carrera de Hernán se dio alrededor de 2001, cuando junto con Salomé asistió a dos convenciones: una en San Pablo y otra en Barcelona. El combo tatuadores emblemáticos // espaldas enteras // mangas completas // bodysuits japoneses resultó decisivo y estimulante.

“Fue una locura, porque acá no llegaba nada de eso. Hasta ese momento yo venía trabajando en estilo Japonés, pero no podía lograr ese tipo de diseños porque eran muy tradicionales. Verlos en vivo me impactó y me decidí a hacer tatuajes grandes”.
Por un lado, estaban el aspecto creativo, el diseño y la ejecución, que Hernán se ocupó de desarrollar para realizar esos trabajos. Pero el otro gran desafío era despertar el interés de los clientes de Buenos Aires por ese tipo de piezas. “Hoy la gente está abierta a esos estilos, o directamente ya los busca. Pero en Argentina las mangas se empezaron a difundir hace no más de diez años”.
Los primeros brazos enteros los tatuó entre 2003 y 2004 en el País Vasco, España. “Traía las fotos de las piezas que hacía en el exterior, porque no había referencias de esos trabajos, ni redes sociales para mostrarlos. La reputación te la daba el book”.

Hoy Hernán disfruta de un beneficio que nace del reconocimiento que fue logrando a lo largo de su trayectoria: la libertad para trabajar. “El cliente te suelta la rienda para que hagas lo que quieras porque te conoce y tiene absoluta confianza en tu propuesta. Pero eso es parte de un proceso. No se logra de un día para el otro”.
La búsqueda de Hernán no finaliza con sus creaciones. También encara proyectos con otros tatuadores como Lucas Strani, con quien se propuso tatuar, trabajando los dos al mismo tiempo, trece dragones en la misma cantidad de espaldas (ya van por la octava). “La idea es hacerlo en varios lugares del mundo, como espacios en convenciones. Y también acá en el estudio”.
Lograr esa sintonía entre dos personas creativas y aplicarla a un proyecto no es sencillo. “Está buenísimo encontrar alguien que comparta la misma locura. No sólo te permite activar una movida nueva, sino también ir más allá de tus posibilidades. Yo no podría tatuar a alguien en una sola sesión de ocho horas por mi cuenta”.

El estudio previo para identificar puntos en común y definir los pasos de la estrategia a seguir es fundamental. “Nos apoyamos mucho en la comunicación. Así podemos concretar algo que sea realmente impactante. Que se note que es especial, sin perder la personalidad o el sello propio que le queremos dar”.
También encara proyectos compartidos con Javier Obregón, reconocido por su estilo Biomecánico. Con él también logra una sintonía que facilita el trabajo sincronizado que les permite avanzar con la fluidez necesaria para completar piezas tan grandes. Pero hay una vuelta de tuerca: “En las espaldas que hacemos con Lucas apuntamos a que no se noten las intervenciones de cada uno. En lo que tatuamos con Javier, buscamos que se diferencien los estilos para que se vea cómo se integran en un mismo tatuaje”.
Para Hernán, más allá de afianzarse en un estilo, es clave procurar la diversidad en los proyectos que encara: “Hoy tenés que renovarte y cambiar. Partir de lo que te moviliza para encarar nuevos desafíos. En mi caso, viajar y trabajar afuera es un estímulo que sirve para actualizarse y activar nuevas ideas”.

Felicidad compartida
Si bien Coretta Familia es un espacio de trabajo, resulta inevitable que entre agujas, tintas y diseños surja alguna charla sobre la escuela de los chicos o qué se va a cenar. Pero como cuenta Salomé, la mayor parte del tiempo “estás compartiendo un proceso artístico. Todos los días, después de tatuar, vemos las fotos de lo que hizo cada uno para analizar los trabajos”.
“Eso sirve para seguir creciendo. Porque contás con el aporte de alguien que va a criticar lo que hiciste con total franqueza. No te va a decir ‘está buenísimo’ sólo para quedar bien. Si hay errores o cosas a mejorar, no las dejamos pasar”, asegura Hernán.
Juntos también analizan los cambios que se fueron dando en el mundo del tattoo, sobre todo en los últimos años, que han sido los más vertiginosos en ese sentido. Al respecto, coinciden en que la disponibilidad de recursos e información facilita los procesos de aprendizaje.
Pero al mismo tiempo, en este contexto Hernán desea que se preserven algunas tradiciones: “Se perdió un poco la emoción de llegar a conocer al tatuador que te gustaba cuyos trabajos viste en las revistas o por amigos en común”.
“Ahora, como todos están en las redes, los tienen de sus perfiles, pero quizás en persona ni idea. Eso lo vemos en las convenciones como las de San Pablo, cuando los grandes tatuadores, referentes nuestros, pasan desapercibidos entre la gente”, agrega Salomé.
Así lo explica Hernán: “Antes ibas a lo de Filip Leu o el estudio de algún tipo groso para conocerlo y ver cómo trabajaba. Ahora se puede buscar en Instagram para aprender de lo que cada uno está haciendo, pero te perdés la esencia del proceso. Se copia la imagen para laburarla y hacerla lo mejor posible, casi mecánicamente. El tatuador que aprende con Instagram seguramente se va a aburrir, porque es reproducir lo mismo una y otra vez. No llega a conocer la historia que hay detrás de cada estilo y de los tatuadores que lo hacen”.
La soledad puede tener ciertas virtudes, pero Albert Camus dijo que “tal vez sea vergonzoso ser feliz en solitario”. No sabemos si eso les pasaba a Hernán y Salomé cuando tatuaban por su cuenta, pero seguramente son más felices compartiendo su vida, sus días y su espacio de trabajo en Coretta Familia.