Cuando intentamos definir nuestra identidad, por lo general pensamos en las cosas que hacemos o en las elecciones que nos representan. Puede estar vinculada a vivencias del pasado o a decisiones que tomamos día tras día. Tiene que ver con el barrio donde crecimos, sin disimular algo de nostalgia… o se desarrolló en el destino que elegimos como nuevo hogar.

La identidad de Ernesto Vásquez, creador del estudio Historia De Mi Vida –o HDMV-, se forjó al fuego del punk, los cómics, el rockabilly, la ilustración, los viajes, los vínculos nutritivos con otros artistas y, por supuesto, el tattoo.

Ernesto Vásquez.

Esa personalidad se plasma en HDMV. Así lo reflejan sus paredes, su decoración, y las historias que se desarrollan en ese local. Junto con sus creaciones en forma de tatuajes e ilustraciones, son los vehículos que representan la identidad de Ernesto.

Abierto desde 2007, HDMV es uno de los primeros estudios de tattoo que se instalaron en barrio de Palermo. El nombre en castellano, acorde con la idiosincrasia porteña de la locación, no es casualidad: “Refiere a una canción de Social Distortion, una banda que me gusta mucho. Los tatuajes tienen que ver con la historia de una persona, sus experiencias, sus viajes y otras cosas que generan sensaciones intensas”, explica. “Pero además me gustaba cómo el nombre suena en español, y yo quería despegarme de la onda de estudios con nombre en inglés”.

El local es un ámbito acorde a las inquietudes creativas de Ernesto: “El esquema de estudio comercial, en una galería… no era lo mío. Empecé solo y se fueron sumando tatuadores con quienes comparto lo que hago. Si bien el perfil apunta al Tradicional Americano, hoy también hay espacio para gente que hace otras cosas”.

Un camino de influencias y aprendizaje

Todo instante de maduración está precedido por una historia que moviliza y transforma. La de Ernesto con el tattoo comenzó en 1995. “En ese entonces, la información disponible para aprender a tatuar era muy escasa. Tenía esas cosas en la cabeza, pero en la práctica todo era prueba y error”. El click se dio entre 2002 y 2003: “Hubo un resurgimiento del Tradicional y entendí que era por donde podía canalizar lo que tenía en mi mente”.

Sus influencias por fuera del tatuaje abarcan los comics y la ilustración relacionados con los dibujos animados y la música, en particular el género del rockabilly. “Desde que empecé a tatuar sentí que todo eso se podía fusionar con las bases del Tradicional Americano. Así que tomé ese rumbo”.

Si bien el estilo propio que desarrolló con el tiempo toma al Tradicional Americano como piedra fundamental, le sumó los consumos culturales que alimentaban su universo creativo. “Lo definiría como una fusión de ilustración con historieta, porque vengo de ese palo. Pero sin pasarme para el lado del New School, que artísticamente es muy lindo, pero a veces no perdura como otros”.

Entre otros motivos, a Ernesto le gustan el Tradicional Americano y el Japonés porque “son estilos pensados para la piel, con reglas básicas para trasladar el dibujo del papel al cuerpo. El paso del tiempo te demuestra que son los que más perduran y mejor mantienen la fidelidad en relación al diseño original”.

Que esos estilos no expresen un delicado nivel de minuciosidad extrema, no significa que su ejecución no demande paciencia, conocimiento y talento. “El cuidado lo ponemos en hacer que el tattoo funcione para la piel, más allá de la primera foto. Buscamos que al pasar los años no se empaste para que se siga percibiendo y leyendo nítidamente”.

Los valores como prioridad

Para Ernesto, la prioridad es concretar diseños 100% tatuables, que exhiban la simpleza y las bases sólidas de un estilo tradicional sin la sobrecarga de elementos agregados u ornamentales. Ese objetivo rige el proceso que viven sus creaciones, desde que un cliente trae la idea hasta que llega el momento de aplicarla en la piel.

El primer paso es analizar si la propuesta realmente cumple con los requisitos esenciales para ser plasmada. Con el fin de no arriesgar el resultado final, la clave es priorizar los valores tradicionales antes que cualquier otro factor: “Lo más importante es respetar el tatuaje. Es parte de nuestra responsabilidad profesional no acceder a hacer algo que no va o que terminará por perjudicar al cliente”.

En parte, estas situaciones se dan por la cantidad de información y fuentes de consulta disponibles, que a veces terminan por distorsionar las expectativas de los clientes. “Suele ocurrir que lo que te muestra el teléfono es muy lindo, pero no es real. Los filtros que se usan en las redes disimulan la condición no aplicable de los tattoos”.

Por eso prefiere subir fotos de trabajos ya cicatrizados, y tomadas con luz natural. “Te aggiornás a lo que pasa, pero la onda es ir educando. Como cuando alguien te pide algún estilo nuevo porque está de moda. En esos casos hay que explicarles qué puede funcionar y qué no”.

El formato de estudio privado de HDMV, que es a lo que apuntaba Ernesto cuando lo creó, contribuye a que la relación con los clientes sea lo más fructífera posible. “Funciona bien para mí, porque la mayoría ya tomó una decisión o tiene la voluntad de hacer algo específico. Yo me tomo el tattoo muy en serio y busco eso del otro lado. De esa manera se da un vínculo de confianza”.

Ernesto mantiene un vínculo incondicional y necesario con el tattoo. Hoy se aprecia en su local, pero también se nutre en los viajes, en los encuentros con colegas y a través de las personas que conoce. “El tatuaje me dio muchas cosas. Desde tatuar a gente que admiraba y desarrollarme a nivel humano a través de los viajes, hasta conocer a mi pareja. Nada de eso se planifica y me pasó gracias al tattoo”.

Esa relación también define su identidad. Atributos y valores que el paso del tiempo no va a modificar ni a descartar. Porque sin ellos, el camino elegido no se habría construido.

Y tampoco seríamos todo eso que hoy nos representa. “A medida que avanza esta profesión, el cuerpo te va pasando factura. Pero antes de arrancar tuve trabajos que odiaba y el tatuaje me salvó. Así que mientras pueda sostener una máquina, voy a seguir tatuando”.