De vez en cuando, el proceso de crecimiento en la actividad profesional que elegimos por amor o pasión, nos plantea situaciones que ponen a prueba nuestro temple. De acuerdo a cómo reaccionamos, pueden ser obstáculos insorteables o puntos de partida para descubrir y definir nuevos enfoques. En el caso de Laura Castaño, ocurrió lo segundo.

Durante un tiempo, y principalmente durante su período de formación inicial en el tattoo, se dedicó al estilo Tradicional. Pero “enfocarme en la estructura del Tradicional a veces terminaba en una frustración, porque cada tattoo tenía que ser tan perfecto que no lo lograba. Sin embargo, eso fue lo que me llevó hacia otros caminos”.
De esa manera, lo que pudo haber sido un foco de desaliento porque las cosas no salían como se esperaban, terminó abriendo una dimensión en la que Laura liberó su creatividad, con opciones para probar qué funciona mejor en relación con su búsqueda.
Libertad dentro de estructuras
Sin embargo, esa sintonía enriquecedora no la deposita mágicamente en una zona de confort. “Siempre tuve en claro que no está bueno estancarte en lo que te sale bien”. Por eso, lejos de buscar la comodidad, mientras evoluciona en su relación con el tattoo, también afronta nuevos desafíos y exigencias.
Ya no se dedica al Tradicional puro y duro, propio de la vieja escuela. “Estoy estudiando Japonés y puedo fusionar ambas cosas, encontrando un punto medio. Tradicional en cuanto a la técnica, la línea, la saturación de color, el negro… pero con algo de la fluidez del Japonés, que tiene líneas más suaves”.
Y si bien ese estilo también exige que sus numerosas reglas se cumplan al pie de la letra, Laura siente que “te permite jugar mucho más que el Tradicional clásico”. Un match perfecto con su voluntad de “relajar las estructuras y reglas” que le imponía el Tradicional.
En línea con la naturaleza metódica del Japonés, la incursión lúdica de Laura en ese estilo no está librada al azar. Su enfoque se apoya en el estudio y también en las experiencias de primera mano que comparte con referentes como Luciano Lococo o Hugo Hab. “Trabajar con Luciano es una gran influencia para mí. Veo su laburo y me encanta. Con Hugo me hice la espalda y también aproveché ese proceso para aprender”.



Las distintas instancias de práctica que desarrolla al combinar técnicas del Tradicional y del Japonés la ayudan a multiplicar posibilidades a la hora de concretar un tattoo. Con la seguridad que le brindan las herramientas incorporadas, orienta a sus clientes hacia esos terrenos: “Como no estoy haciendo diseños de cero, me gusta que vengan con una idea para trabajarla. Por ejemplo, si quieren un perro les propongo convertirlo en un kitsune, aplicando el diseño a la figura que trajeron. Y la gente se prende”.
Para que este proceso sea exitoso y culmine con un tatuaje que represente la idea original y, al mismo tiempo, deje ver la impronta de Laura, es fundamental que la interacción fluya con sinceridad. Así se logra consensuar el mejor equilibrio entre ambas partes. “Al cliente siempre le propongo que confíe, que se deje orientar. De esa manera puedo ofrecerle la mejor opción en línea con el tipo de trabajo que estoy haciendo”.
La comunicación como primer paso
Esa confianza se logra de una manera muy sencilla y significativa al mismo tiempo: hablando con claridad. Incluso ante situaciones que no van a terminar en un tattoo. Por eso, Laura subraya la importancia de establecer y alimentar la comunicación con los clientes.



“Es clave hablar con ellos. También con quienes no se llega a un acuerdo. Si te negás a hacer un tattoo porque no es tu estilo pero no le explicás los motivos, probablemente pierdas a ese cliente y alguno más. Pero si enumerás las razones por las cuales no podés hacerlo o por qué es mejor que lo haga otra persona, quizás vuelva para hacerse otra cosa, porque valora que compartas esa información”.
Tan importante es para Laura establecer canales de comunicación que contribuyan a difundir información precisa y útil, que en su cuenta de Twitter decidió publicar una lista de “puntos básicos” que conforman un “intento preliminar de educar al cliente”. “Son recursos para que no se lleve un tattoo feo o mal hecho. O para que sepa si le están cobrando de más”.
Con ese objetivo, posteó un hilo dividido en varias secciones: Cómo reconocer un buen artista por su feed; Modas y engaños (Photoshop y la magia de Ipad); y Cómo curarlos, entre otras.
Karma tattoo
Cuando el tatuaje le da un respiro, y para aflojar las contracturas causadas por la acumulación de sesiones, Laura se entrega al yoga. “El tattoo tiene muchas similitudes con el yoga, como el aprendizaje y la paciencia”.
De esa práctica, rescata un concepto llamado karma yoga, “que consiste en hacer algo desinteresadamente, ayudar al otro sin esperar que te devuelvan el favor”. Un enfoque que evidentemente enriquece la manera de relacionarse con otras personas.



Y Laura replica esa perspectiva en los vínculos que establece a través del tattoo. “Más allá de la transacción comercial, ofrecerle algo al cliente de manera desinteresada en la atención y durante la sesión, es algo que se siente. Si tuvieron una experiencia muy buena cuando se tatuaron, luego van a compartir, comentar o recomendar. Y termina siendo gratificante para todos”.
Hablar, compartir, generar vínculos de confianza… varias son las premisas que no están estrictamente relacionadas con la ejecución del tatuaje, pero que Laura prioriza en su actividad cotidiana. Mientras tanto, y quizás apoyada en esos pilares, sigue transformando frustraciones en oportunidades y escribiendo su propia historia por los caminos del tattoo.